Agustín Artiles Grijalba –Champi-
¡ESPABILA COÑO!
Levántate y lucha.
Ve a la iglesia y haz lo que sea, pero reacciona ya de una vez.
A menudo recuerdo aquellas palabras y no era ni de lejos mi mejor momento. Tenía 16 años y en mi mente solo anidaba confusión y desaliento. Hoy, después de tantos años las recuerdo con enorme cariño y gratitud. Aquella simple frase de mi entrenador, directa y atrevida a mi orgullo no solo no me hirieron, sino que estimularon de alguna manera mi comportamiento.
Una inapropiada decisión en un momento concreto, una simple frase malsonante e inoportuna después de una derrota dolorosa, un pequeño gesto de apoyo en el instante preciso, el mayor de los desprecios, tu interés por el estado de salud de un nadador después de una lesión importante, son detalles que cuentan y mucho, que importan a los nadadores y que pueden ayudarles a lograr sus objetivos, o por el contrario, tirar por la borda el trabajo de toda una temporada y en el peor de los casos sus carreras deportivas.
Se trata tan solo de mimar algunos aspectos esenciales que no se estudian en el curso de entrenadores, que se aprenden con el tiempo, después de oler mucho cloro y de victorias y sinsabores. Cada nadador es distinto, lo que es bueno para uno no tiene porqué serlo para otro. Unos reaccionan ante un acicate verbal de la manera más brusca posible, con desilusión e indiferencia y para otros puede suponer la mejor medicina.
El trato con los nadadores no es sencillo y a menudo frustrante, pero creo que nos corresponde a nosotros los técnicos, máximos responsables de su planificación deportiva comprender sus inquietudes, conocer cómo reaccionan ante la adversidad, las motivaciones que impulsan su rendimiento, sus fobias y los miedos que atenazan sus actuaciones, para de esta manera lograr el mejor rendimiento y su bienestar deportivo.
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