Agustín Artiles Grijalba –Champi-
Viene siendo cada vez más habitual en competiciones de edades más jóvenes vivir escenas típicas de nuestro deporte, cuando no se alcanzan los resultados esperados. Nadadoras y nadadores enfadados y tristes con su actuación, cada vez más exigentes consigo mismo y sobre todo con su entorno, en ocasiones tiranos e insatisfechos después de una gran carrera si esta no va acompañada con el premio de una medalla, con una presión desmedida, que no aciertan a comprender como es posible que el deporte sea tan rancio y les obsequie a veces con la peor de sus sonrisas, a pesar de haber trabajado como debían.
El siguiente texto es tan solo mi opinión, la de un entrenador acostumbrado a presenciar circunstancias similares y como ya mencioné anteriormente, cada vez más habituales, que le gusta buscar soluciones que reduzcan en en buena medida parecidas situaciones.

Quieres y apenas avanzas, aprietas los dientes e intentas un último esfuerzo, tocas a duras penas la placa de llegada y ni siquiera te atreves a mirar el marcador electrónico. No eres adivino, pero intuyes perfectamente la que se avecina. Te armas de valor, giras la cabeza y la peor de tus pesadillas se hace realidad, has subido varios segundos de tu mejor marca personal y la tristeza te ahoga.
Cada nadador saca a pasear su amargura de manera distinta. Unos tiran el gorro como si fuera el culpable de sus desdichas, otros desahogan su angustia pegando un puñetazo al agua y muchos de ellos romperán a llorar desconsolados.
Son formas distintas de reaccionar y sobrellevar la pena que produce comprobar que todo el trabajo y esfuerzo realizado en los entrenamientos durante meses no obtuvo “MERECIDA RECOMPENSA”
SÍ, no os extrañe que lo señale con mayúsculas y entre comillas, ya que en mi opinión y puedo estar equivocado, perder en una competición y no alcanzar los resultados previstos JAMÁS será un fracaso si se entrenó con decisión y valentía, si distéis todo lo que llevabais dentro y fuisteis generosos en vuestro esfuerzo. Ni tan siquiera fue una oportunidad perdida, siempre que seáis capaces de sacar conclusiones acertadas para intentar que determinados errores no vuelvan a producirse.
Es por eso que os animo a levantar La cabeza, a SONREÍR, a sobrellevar el momento con elegancia, aunque cueste asimilar con semejante grandeza que esto es deporte y que tener un mal día es una posibilidad más en la preparación de un deportista, quizá la más potente y beneficiosa.
Michael Jordan, Nadal, Federica Pellegrini, Gasol, Michael Phelps, cualquier campeón olímpico han vivido momentos similares, competiciones en las que nada salió como esperaban y no por ello dejaron de insistir hasta alcanzar sus objetivos.
Siempre hay un motivo para sonreír, una razón para ser felices y hacerle un pequeño corte de mangas al destino cuando este se vuelve intolerante y escurridizo.
Aquí os dejo algunos argumentos por los que la sonrisa se puede convertir en una buena seña de identidad que presione la tecla adecuada y os invite a vivir estos instantes difíciles que todos hemos pasado, con mayor naturalidad y confianza.
- Sonríe, porque eres afortunado y tienes la oportunidad de hacer lo que más te gusta y otros darían todo lo que fuera para estar en tu lugar.
- Sonríe, porque tienes unos padres y madres que se preocupan por tu bienestar y con su esfuerzo e implicación hacen que tus deseos sean más factibles.
- Sonríe, porque eres generoso y capaz de aceptar la derrota con naturalidad, como aceptas la victoria
- Sonríe, porque tienes un entrenador que te apoya, te anima y comprende. Qué vive tu desolación como propia y te ayudará en tus conquistas.
- Sonríe porque en ocasiones esa derrota al final se convertirá en el mejor triunfo, te ayudará a superar tus límites y a descubrir dónde debes mejorar
- Sonríe, porque has competido junto a los mejores. Te has batido con ellos y has sido protagonista de un evento tan destacado.
- Sonríe, porque eres generoso y te alegras por la felicidad de tus compañeros, que en esta ocasión fueron capaces de alcanzar sus metas, que sientes como propias y les encantaría poder compartirlas contigo.
- Sonríe también por aquellos que alcanzaron el triunfo cuando nadie lo esperaba, por ser capaces de hacerlo en el instante y lugar adecuados, ante el asombro de los aficionados
- Sonríe, utiliza y asume sus efectos en tu propio beneficio. Saca partido de las experiencias vividas y aprende de tus equivocaciones. No busques disculpas ni culpes a los demás de tu bajo rendimiento
- Sonríe, porque eres más fuerte que cualquier imprevisto y aceptar la adversidad contribuye a mejorar el carácter, la fortaleza mental, física y emocional.
En definitiva, sonríe porque mereces ser feliz. Eres NADADOR, el atleta más duro del barrio y si alguien puede conseguir los proyectos deportivos más difíciles, ese eres tú.
Hazle un guiño a tu tristeza y demuéstrale que no podrá doblegarte, que estás dispuesto a coger carrerilla de nuevo y a la menor oportunidad volverás a intentarlo de nuevo con más decisión y valentía.
Si después de leer este texto no te convencen los motivos expuestos y consideras que no son más que bobadas, hazle caso a tus sentimientos y reacciona como más te convenga. Al fin y al cabo nadie mejor que tú sabe lo que más te interesa.
Feliz sonrisa.
Imágenes.
http://texasswimacademy.com/how-to-prepare-your-child-for-competitive-swimming/