Agustín Artiles Grijalba -Champi-
Es cierto que hay nadadores que han triunfado en la natación entrenando con intensidades y volúmenes de metros muy elevados desde edades muy precoces, algo que en mi opinión carece de la lógica, prudencia y garantía de seguridad necesaria que conlleva la preparación en etapas tan tiernas, en dónde el trabajo técnico es fundamental. Deportistas que a pesar de todo lo expuesto fueron capaces de alcanzar la excelencia a los 14-16 años y supieron mantenerse durante muchos más compitiendo al más alto nivel.
También lo es que muchos otros nadadores optaron por dejar de nadar antes de tiempo por semejante motivo, alcanzaron hastiados la mayoría de edad y no encontraron la motivación necesaria para seguir entrenando y poder demostrar su valía y lo mucho que prometían de pequeños.
De eso trata la siguiente historia, de una realidad que habita en nuestras piscinas y que por su importancia y responsabilidad no deberíamos obviar. UN RELATO inventado, pero real, expuesto y descrito en primera persona, a través de la mirada y vivencias de un nadador alevín,, que desde los 12-13 años, (11-12, si es niña) lleva entrenando como si no hubiera un mañana, y que al llegar a la edad adulta siente que ya no puede ni quiere dar más.
Soy un nadador absoluto, ya no quiero entrenar como si fuese alevín