Agustín Artiles Grijalba -Champi-
Actualmente es fácil observar como algunas madres y padres (no todos) son los que realizan los deberes de los chicos, como si la tarea les correspondiese a ellos, llegando incluso a pedírselos a otros familiares, esperando y exigiendo después que sus hijos obtengan buenas notas, sin ser realmente conscientes del error que cometen.
Familiares también que no dudan en cargar con la mochila y los problemas de sus críos en su actividad deportiva, excesivamente complacientes y pendientes de su “bienestar personal”, como si sus retoños no fuesen autosuficientes y sí incapaces de hacer las cosas por sí mismo y se pudieran cansar en exceso.
Tal vez lo que tratemos con ello es darles las cosas hechas, como si con ello fuéramos a ser mejores padres por ello, regalarles supuestamente lo que nosotros nunca tuvimos, cuando en verdad gozábamos de lo más importante, cariño. Incluso, por qué no decirlo, ceder a pretensiones abusivas y desmesuradas, como la de comprar ese móvil de última generación que nos deja económicamente tiesos, tan solo para que nos dejen en paz y queden satisfechos.
Seguramente y sin darnos cuenta estemos consiguiendo el efecto contrario, chavales flojos de carácter, que se aprovechan de nuestras dudas, acomodados, egoístas y exigentes, en vez de altruistas, emprendedores e independientes, con escasos valores y que de esta manera heredarán nuestros temores
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