Agustín Artiles Grijalba -Champi-
Tan solo has obtenido unos resultados positivos en el poco tiempo que llevas de entrenador y ya presumes de las marcas de los chicos/as a tu cargo, criticas públicamente la labor de otros técnicos que llevan muchos años al borde de la piscina y de paso haces promesas a los nadadores imposibles de cumplir, errores que cometes sin rubor y sin tener realmente en cuenta los riesgos evidentes que tu actitud conlleva.
Buscas el elogio fácil y no dudas en acercarte a los padres para presumir de lo “gran técnico” que eres y de paso alabar las virtudes de sus chicos, básicamente por ir de sobrado, por una necesidad de reconocimiento encubierto, simple peloteo, conseguir su afecto y principalmente porque eres también un poco trepa. Al principio elogian tu trabajo, te creen porque no te conocen de verdad, pero con el tiempo no cuela y se dan cuenta de cómo eres. Lo malo es que cuando lo hacen, casi siempre es demasiado tarde.
Cuando uno se piensa que lo sabe todo y que está en posesión de la verdad, al final fracasará y lo que es más grave, cuando esas expectativas tan grandes no se cumplen provocaran pena y desolación en los nadadores, que ven con resignación y desconsuelo como sus proyectos de futuro campeón pasan irremediablemente a mejor vida.
La honestidad es una virtud y como tal hay que entenderla, un valor de formalidad y solvencia que debería figurar siempre en nuestro diccionario y el mecanismo más eficaz para ejercitarlo es con nuestro propio ejemplo.
Imágen