Agustín Artiles Grijalba -Champi-
No importa que pasen los años, cambien las normas y surjan nuevas generaciones de nadadores mejor preparados, hay detalles que no varían, que son como antaño y que los que amamos la natación nos preguntamos por qué suceden.
En algunos casos se trata de soluciones complejas, que exigen de nosotros nuestro máximo interés, pero en otras ocasiones se trata tan solo de aspectos básicos que necesitan un poco más de atención y buena voluntad, e incidir en determinados matices, de los que incluso en ocasiones conocemos las respuestas, pero que a pesar de ello, por unas u otras razones no terminamos de cubrir.
Falta de interés y descaro, ausencia de empatía, dejadez, o tan solo un cierto conformismo, escaso de actitud y atrevimiento a la que nos hemos acostumbrado, que nos impide trabajar en conjunto y escapar de una zona de confort en la que nos encontramos serenos y protegidos, dejando escapar oportunidades a las que aspirar, a cambio de un trayecto deportivo más apacible, común y menos estresante.
Las siguientes reflexiones que expongo a continuación son tan solo algunos ejemplos de lo que comento. Cuestiones algunas de ellas en las que yo puedo estar equivocado, pero no por ello interesado. Argumentos, dudas o interrogantes que en mi opinión nos atañen a todos y que seguramente la mayoría de vosotros también os habéis hecho en multitud de ocasiones:
- Me pregunto si las mínimas nacionales son el mejor sistema de selección y el más adecuado que tenemos para asistir al Campeonato de España alevín y si fuera así, me cuestiono también si las mínimas impuestas no son demasiados exigentes, especialmente en estas edades tan tiernas, en las que trabajamos con nadadores en formación y las mejoras en el entrenamiento han de ser naturales y principalmente debidas al crecimiento. La búsqueda prematura de resultados y las prisas por alcanzar el éxito, no son buenas consejeras.
- ¿Es adecuado pedir la misma mínima a dos nadadores, cuando uno de ellos nació en el mes de enero y el otro a finales del mismo año?
- ¿Qué sucede con los nadadores de maduración tardía si no destacan de pequeños, ni logran las mínimas exigidas en edad alevín e infantil.? ¿Acaso no pueden ser buenos nadadores más adelante?
- ¿Qué ocurre con los chicos y chicas que destacan de pequeños, que nos impresionan con marcas desorbitadas y que más adelante se estancan y son sobrepasados por los que considerábamos unos paquetes?
¿Por qué da la sensación de que en determinados casos dejan de interesarnos?
¿Es una impresión mía?
- ¿No es verdad que en algunos casos empezamos la temporada a un ritmo e intensidad demasiado elevado, cómo si no hubiera un mañana? generalmente en edades más precoces, logrando grandes registros en la primera parte de la temporada, en detrimento de la de verano, a la que llegan a menudo saturados
- ¿Por qué un buen número de nuestros nadadores destacados, especialmente en categoría absoluta, parecen “deportistas de media temporada”, que se juegan todas sus opciones en el nacional de primavera y si no alcanzan el objetivo internacional, ya no encuentran un estímulo importante para seguir entrenado duro para la temporada de verano.?
- ¿Le damos por consiguiente el suficiente valor a nuestro Campeonato Nacional absoluto de verano.? ¿Es real la impresión en el ambiente que cuando finaliza el Open de primavera, muchos nadadores cuelgan el bañador y las gafas hasta la siguiente temporada. No dejan de entrenar, pero quizá apagan sus motivaciones, como si no fuera lo suficientemente ilusionante como para prepararlo como en mi opinión sin duda merece.?
- Me preocupa también por qué motivos algunos nadadores que a priori lo tienen todo, sienten que no tienen nada, parecen desnutridos de recursos y argumentos y al menor obstáculo se rinden, renuncian a luchar por sus objetivos y huyen despavoridos por el esfuerzo y compromiso que representan
En definitiva, me pregunto por qué si en determinados casos conocemos la respuestas a estas preguntas, somos incapaces de afrontar un problema que atañe a todos, que requiere nuestra máxima atención. Por qué, seguimos anclados en un evidente conformismo, no exento de cierto desencanto, esperando que sucedan milagros, o simplemente que aquellos que tiran de verdad del carro nos den una vez más esperanza y cobijo.
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