CUMPLIDOR Y BRAVUCÓN

Agustín Artiles Grijalba -Champi-

La  temporada de entrenamientos comienza y dos compañeros de equipo la afrontan de manera distinta. Uno de ellos es un chico sencillo, listo, capaz y leal, al que llamaremos Cumplidor.

Nunca tuvo enormes pretensiones, pero en todo momento logró y finalizó todo aquello que se propuso. Su empeño y actitud siempre fueron encomiables. Sus compañeros de grupo aprecian su modestia y perseverancia, pero tampoco esperan de él grandes logros deportivos. Saben que no cejará hasta que consiga sus retos y que contribuirá con su entrega al bienestar del conjunto, al que no duda en situar por encima de sus necesidades deportivas. Es más, sus colegas de entrenamiento valoran su actitud, pero de alguna manera estiman que ahí concluye su cometido.

Parece como si de alguna manera no tuviera la opción y el permiso para alcanzar grandes metas.

Nuestro otro protagonista, al que denominaremos Bravucón es un nadador destacado, de grandes cualidades, pero de personalidad totalmente opuesta. No puede evitar su arrogancia, la lleva impresa en sus genes y le encanta sacarla a pasear a la menor ocasión posible. El éxito le persigue y le encanta además promulgarlo a los cuatro vientos. El respeto y la humildad no casan con su personalidad y en cuanto puede despliega su insolencia y le cuenta al mundo sus intenciones.

¡Soy el puto amo y ganaré varias medallas de oro!

En el fondo sus compañeros no le tragan, pero a pesar de ello le consideran a menudo el más popular y preparado. Le ríen sin reparo sus infinitas “gracias” y estarían incluso encantados de parecerse a él, compartir sus éxitos y  por supuesto apoyar todo lo que haga y diga.

Para alcanzar sus metas, ambos tienen que entrenar en la misma piscina, en condiciones similares de trabajo y competirán en los mismos eventos.

Cumplidor lleva a rajatabla todas las indicaciones del entrenador, acude temprano al entrenamiento y se preocupa de calentar y estirar antes de meterse en el agua. Trabaja en silencio, respeta a sus compañeros de equipo y ejecuta toda la sesión de trabajo al máximo de sus posibilidades. En las competiciones nada todo lo que haga falta, sin importar si destaca en velocidad o se tiene que tirar al 1500 por el bien del equipo y hacerlo en varias pruebas en una misma jornada.

A Bravucón sin embargo se le va la fuerza por la boca, se dedica a dar órdenes a sus compañeros y poner en duda incluso si hace falta la labor del entrenador. Se ausenta en ocasiones, a pesar de sus grandes posibilidades y cuando lo hace tarda en meterse al agua, impidiendo incluso que sus compañeros lo hagan como debieran. Se queja por cualquier cosa y a menudo critica la labor de sus colegas de equipo. Por supuesto en las competiciones solo quiere nadar su prueba favorita y si realmente lo considera oportuno. Por todo ello su relación con el entrenador se ve afectada a menudo y surgen los evidentes problemas.

En la competición más importante de la temporada  Cumplidor mejora con claridad sus expectativas iniciales, logra rebajar de largo sus registros personales, e incluso sube en una de sus pruebas al pódium de vencedores.

No solo lo consigue por su meritorio esfuerzo y la fortaleza de sus intenciones, sino porque fue capaz de reconocer y también de entender que,

El éxito no está solo en lo seductor del embalaje, también en el trabajo diario, la solidez y lo persistente.

Nuestra estrella sin embargo no pudo esta vez, como en otras ocasiones cumplir sus vaticinios. Sus objetivos estuvieron muy lejos de sus predicciones iniciales y no le quedó otro remedio que tragarse sus altisonantes palabras. No comprendió que la realidad es a veces distinta de lo que imaginamos y que su chulería se convirtió de repente en su peor pesadilla. Discriminó con su verborrea la aptitud de sus adversarios, les hizo más fuertes y les convirtió de paso el rival más duro y encarnizado

Nadie va a cambiar tu forma de ser, pero tal vez sería recomendable que estudiaras tu actitud, que recapacitaras y le dieses una oportunidad de brillar a tu ego y que de alguna manera pareciera más humilde. Seguramente tus actitudes competitivas que te caracterizan te inciten a ello, pero no confundas autoestima con impertinencia, ambición con soberbia, superioridad con desprecio.

Tal vez de esa manera ganarás en credibilidad, no presionarás tu rendimiento con cargas innecesarias y obtendrás al menos el respeto y consideración de tus adversarios, que admiran tus cualidades de nadador, pero odian tu actitud y egocentrismo

No es mejor nadador el que más presume en la salida,  sino el que más sobresale en la llegada

 

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