Agustín Artiles Grijalba- Champi–
Tiene tan solo 11 años, no levanta un palmo del suelo y sin embargo ya sabe cómo se ejercita un adulto. La programación que realiza es muy exigente, acude a la piscina 9-10 veces por semana y su volumen habitual de entrenamiento sobrepasa en ocasiones los 10 kilómetros diarios. Sin embargo su técnica es deficiente y poco eficaz, los virajes no los domina y por si fuera poco los estudios no marchan como él y sus padres esperaban.
Su entorno deportivo le sugiere que no se preocupe, que lleva tan solo un año nadando y que los errores irán desapareciendo con el paso del tiempo, que aproveche sus buenas condiciones físicas para triunfar y que ya tendrá la ocasión de recuperar las asignaturas pendientes.
Si con tan solo 11-12 años los nadadores entrenan como si tuvieran 20, si su técnica es deficiente y poco eficaz, los estudios no marchan como debieran y tampoco encuentran incentivos que ilusionen y motiven sus actuaciones, no debería extrañarnos que cuando lleguen a la categoría absoluta (si es que lo hacen) estén pasados de rosca, se sientan desamparados, dejen la actividad y en el mejor de los casos busquen una oportunidad lejos de nuestras fronteras.
En mi opinión y aunque pudiera parecer anticuado, trabajar con deportistas pequeños significa responsabilidad, paciencia y tranquilidad. Presupone diversión y armonía en la enseñanza, requiere la creación de una base técnica sólida en el aprendizaje de los cuatro estilos, salidas, virajes y llegadas, a través de ejercicios de habilidades técnicas y de juegos organizados dentro y fuera del agua. Implica perseverar, corregir y volver a insistir en aquellos detalles y aspectos inherentes a su edad y significa también educación, maduración y fomento del respeto hacia los adversarios y compañeros.