FALLOS QUE COMETEMOS LOS ENTRENADORES

 

Agustín Artiles Grijalba – Champi-

De alguna manera el entrenador es un creador de sueños, alguien que tiene que hacer que su proyecto inicial y el de sus nadadores se hagan realidad. Para ello deberá ser ingenioso, original y creativo con sus métodos de trabajo, realista y práctico con sus limitaciones, meticuloso con los pequeños detalles y poseer una inteligencia emocional acorde a su cargo.

En determinadas circunstancias nos olvidamos de nuestras competencias y nuestro compromiso con los deportistas y nos mostramos incapaces de asumir con la dedicación, entusiasmo y garantía que exige nuestra responsabilidad con ellos. Se trata de casos puntuales, pero que distorsionan la realidad y desprotegen y desprestigian la fiabilidad y la imagen de los verdaderos profesionales.

A veces creemos que nos las sabemos todas, que somos excelentes técnicos y que no alcanzamos el éxito por culpa de los demás, por si fuera poco carecemos de los medios de trabajo que en nuestra opinión nos merecemos, disponemos en muchos casos de  poco espacio y además masificado, con diferentes niveles y edades de nacimiento juntos, o simplemente no encontramos la manera de motivar a los nadadores en condiciones tan adversas. Nos venimos abajo, desistimos de nuestros proyectos y abandonamos a su suerte la preparación de los nadadores a nuestro cargo, olvidando con ello que depositaron todas sus ilusiones y esperanzas a nuestro cargo.

En otras ocasiones miramos con recelo a nuestros compañeros, juzgamos y censuramos su comportamiento como si nos fuera la vida en ello. Si obtienen éxitos ponemos en duda los medios de preparación para alcanzar esos logros y si por el contrario fracasan, nos encargamos de recordar que nosotros fuimos los primeros en advertirlo.

“Tiene éxito porque quema a sus nadadores, así cualquiera consigue esos resultados”

“Ya te lo dije, no tiene ni idea. Hacen poco entrenamiento para ser fondistas.”

Los siguientes errores se producen a menudo, algunos de ellos son producto de la inexperiencia, otros de la forma de ser de cada uno y también de la nula preparación y de los escasos conocimientos de la actividad de otros de sus protagonistas:

  • Búsqueda de resultados fáciles y prematuros, que cubran nuestras necesidades y satisfagan nuestro ego.
  • Instruir y pulir las cualidades y aptitudes de nuestros nadadores, de manera irracional, como si de atletas adultos se tratara.
  • Vender humo e Infundir a los nadadores objetivos elevados e imposibles de superar, que si no se consiguen provocan tristeza, abatimiento y en muchos casos abandonos precipitados.
  • Fijarnos en los que más victorias consiguen en edades pequeñas.
  • Obviar y despreciar las opciones de aquellos nadadores que en sus comienzos no lograron prestaciones brillantes porque su grado de maduración biológica era inferior a lo habitual
  • Considerar a los nadadores jóvenes como adultos en miniatura.
  • Aplicación de cargas inapropiadas e injustificadas de entrenamiento, sin el control adecuado que perjudican la salud y provocan lesiones.
  • Estar demasiado pendientes del cronómetro.
  • Descuidar la técnica.
  • A menudo somos testarudos, no tenemos en cuenta la opinión de nuestros atletas, nos creemos en posesión de la verdad y nos empecinamos en nuestras creencias, tan solo porque el criterio del nadador en cuestión es distinto al nuestro.
  • Es muy habitual que los entrenadores más inexpertos y noveles se dejen llevar por los halagos de algunos padres, cuando los resultados son positivos.
  • Presumir e ir de sobrado.
  • Desprestigiar y criticar la labor de los compañeros.
  • Pensar que todo está hecho y relajarse con los objetivos.
  • La impaciencia.
  • Buscar excusas en las derrotas y culpar de los malos resultados a los nadadores.
  • Las prisas y la búsqueda de resultados rápidos, sin la debida paciencia.
  • Búsqueda del elogio fácil.
  • Promesas imposibles de cumplir.
  • Ausencia de planificación.
  • Excesiva presión al deportista.
  • Falta de interés y apatía.
  • Anteponer el rendimiento del nadador a su bienestar.
  • Qué diga una cosa y haga otra.
  • Inaccesible y antipático en el trato con los nadadores.
  • Frío y distante con los familiares.
  • Se ausente de las prácticas de entrenamiento.
  • Falta de empatía.
  • Nervioso y escurridizo en los momentos difíciles.
  • Entrenar a todos de igual manera, sin distinción de metas y sin tener en cuenta las características individuales.
  • Abandonar a las primeras de cambio, cuando las cosas se ponen difíciles.
  • Mostrarse descortés con el nadador cuando se ausenta por motivos personales y castigarle sin motivos aparentes.
  • Ridiculizar al nadador delante de los compañeros.
  • Injusto e irracional en sus decisiones.

Sería injusto meter a todos los técnicos en el mismo saco, nada más lejos de mi intención. Creo sinceramente en la profesionalidad de los técnicos, en su dedicación, responsabilidad y empeño, aquellos que ejercen la actividad que más les apasiona, que viven con fervor los éxitos de sus nadadores y compañeros y que cuando vienen mal dadas son capaces de poner buena cara  a las adversidades y sacar a relucir al exterior todo el coraje y sabiduría que llevan dentro para superar los contratiempos y lograr el mejor rendimiento.

 

Imagen

https://aquaticregister.wordpress.com/page/4/

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