Agustín Artiles Grijalba –Champi-
UNA HISTORIA REAL
Los chavales acuden a la piscina y se divierten, hacen nuevas amistades, mejoran sus marcas con facilidad y colman de alegría los proyectos y la imaginación de sus entrenadores, que ven en algunos de ellos un campeón en ciernes y como no podía ser de otra manera la de sus familiares, que presumen sin reparos de los éxitos de sus hijos.
Llegan los primeros triunfos y de repente, pasamos de no tener ningún conocimiento de la actividad a creernos en posesión de la verdad y nos convertimos en sus mejores preparadores. Nos compramos un cronómetro y evaluamos sin rubor el rendimiento de nuestros hijos, e incluso en determinadas situaciones perdemos el control y el respeto al técnico, nos creemos sus entrenadores más cualificados, le criticamos con dureza y ponemos en duda sus métodos de trabajo, sin ser conscientes del grave perjuicio que le estamos ocasionando al pequeñ@
Pasan los años, se suceden las competiciones y aparecen los primeros problemas importantes, el chaval ha crecido, se estanca y parece que no da una a derechas. Su compañero de equipo al que considerabas un paquete ha crecido los suficientes centímetros para superar a tu chiquillo, no puedes soportar que le gane habitualmente y menos aguantar la dicha de tu vecino en las gradas.
Unos se rebelan con dureza y culpan de blandos a sus vástagos, les acusan de tener horchata en las venas y no dudan en desprestigiar su actuación, menospreciando y desacreditando sin piedad la victoria de su amigo
Pareces tonto, échale más huevos ¿Cómo te puede ganar ese enano?
Otros depositaron todas sus esperanzas futuras en el nadador y ven con preocupación y desconsuelo que en un momento determinado no alcanza a lograr los éxitos que de él se esperaban, sin tener en cuenta las posibles causas que originaron el estancamiento, les avergüenza la nueva situación y cuando los resultados no acompañan no saben dónde esconderse.
Es entonces la hora de abandonar al chico a su suerte, de dejar de asistir a las competiciones por temor a la derrota, cuando debería ser todo lo contrario. Le aconsejan incluso dejar la actividad y dedicarse de lleno a los estudios, aunque obtenga notas excelentes. Comienzan las disputas familiares, los reproches personales y los enfrentamientos padre e hijo, en los que casi siempre intenta mediar la madre y al final sale perjudicada
¡Tú calla, que no tienes ni idea de natación!
Por suerte se trata de casos puntuales y extremos. Lo realmente importante es que también están los que valoran y reconocen el esfuerzo de sus chicos, que son la mayoría. Los que comprenden y asimilan que no siempre es posible ganar, que entienden de verdad los beneficios que aporta el deporte y aceptan con deportividad la nueva realidad y les apoyan y animan sin fisuras a seguir trabajando e insistiendo en sus metas, con la única premisa de la superación personal y su propio bienestar
A ellos le quiero mostrar mi afecto y consideración, a los padres que cooperan y contribuyen a diario con su inestimable aportación a que la que la preparación de sus hijos y las de sus compañeros de entrenamientos sean más eficientes y asequibles, a los que estiman y respetan como merecen la labor de los entrenadores y los que participan con su entrega y generosidad al bienestar del nadador.
¡Sois su mejora ayuda!
*Texto adaptado del artículo “errores que cometen algunos padres”
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http://www.todonatacion.com/deporte/padres-de-deportistas-1.php