Agustín Artiles Grijalba-Champi-
No hace falta que imagines la escena, sucede tan a menudo que apenas te inmutas. Lo peor de todo es que se cree que te gusta, que es un jefe estupendo, que todo lo que te dice y hace es por tu bien y que te está haciendo un favor, cuando la realidad es muy diferente y nos indica que lo que más te gustaría es decirle cuatro cosas a la cara y sirviera para que dejara de una vez de darte la lata.
Te encantaría que todo fuera diferente, que por un día fuera capaz de apreciar el trabajo que realizas, que te recibiera con una sonrisa en el rostro y tuviera más tacto, consideración y empatía. Seguramente de esa manera te sentirías más motivado, serías más eficiente y el ambiente que se respiraría en tu centro de trabajo sería mucho más agradable.
NO, él se piensa que las críticas continuadas son el elixir del éxito y que subsanarán cualquier “error” en un momento determinado.
Algo similar ocurre en nuestro deporte y apenas nos damos cuenta, con la gran diferencia de que nuestros nadadores acuden a la piscina para realizar su pasión favorita por hobby, por el placer de realizar una actividad que les llena y le conquista y en la mayoría de los casos por el único y simple aliciente de la superación personal, mejorar sus marcas, ser más rápidos, competitivos y compartir nuevas y valiosas amistades.
En el 99% sin compensación económica, ni la obligación añadida como en el caso expuesto de conseguir el sueldo necesario para llegar a fin de mes.
En mi opinión desmerecer los fallos del nadador casi nunca es la opción más conveniente y justa. Es posible que una crítica pueda subsanar un defecto en un momento determinado, pero en mi opinión una simple palabra agradable en su justa medida y en el instante preciso no debilita necesariamente, sino que puede contribuir a solucionar otros más.
Considera aquellas estrategias que puedan hacerles felices, imagina cualquier detalle sincero que pueda llamar su atención. Entonces sonríe, les regalas un alago espontaneo y veraz que les alegre el día y de paso el tuyo. Lo más curioso es que funciona siempre de inmediato y lo sé porque siempre que lo hice observé la satisfacción en sus rostros.
Prefiero una sonrisa en vez de un mal gesto. Escojo ser gentil a descortés y opto por la alabanza en lugar del reproche.
Imágen
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