Agustín Artiles Grijalba -Champì-
Pertenecen al mismo equipo, llevan 5 años entrenando juntos, han viajado a multitud de competiciones, compartido habitación en algunas de ellas y sin embargo no son conscientes en realidad de lo mucho que se admiran. Es más, Carlos se siente intimidado por Matías desde el principio y aunque este tardó un poco más en tener semejante impresión, está convencido que no le cae bien a Carlos.
No sé qué le pasa a Carlos conmigo, a veces me mira con una cara de desprecio que me da mucha rabia. Está claro que no me traga
Carlos siempre admiró las cualidades de Matías cómo velocista, su forma de afrontar las competiciones, su tranquilidad en la cámara de salida, su alegría y sobre todo su puesta en acción, envidia de los rivales, pero lo que nunca pudo comprender, e incluso soportar es que para lograr sus éxitos tuviera que entrenar un volumen de metros tan reducido.
¡Qué potra!, yo me paso horas y horas entrenando y este con tan solo una sesión tan corta tiene más que suficiente
Lo que no se da cuenta Carlos es que Matías siente en su interior similar devoción por él, por su manera de entrenar, su dedicación y compromiso y especialmente por la fuerza de voluntad y generosidad que imprime a sus retos.
De alguna manera y sin ser del todo consecuentes con ello, siempre han rivalizado y competido entre ellos, dentro y fuera de la piscina por la consideración y atención de su entrenador y compañeros, sabedores que jamás podrían ser en su terreno tan virtuoso como el otro lo era en el suyo.
En la última temporada, Carlos tuvo en mente un objetivo que nunca antes pudo lograr, deseaba con todas su fuerzas lograr la marca necesaria para asistir a un evento internacional, que colmara como nadador todas sus fantasías deportivas. Estaba dispuesto a todo para hacerlo realidad y para ello se preparó mejor que nunca. Sin embargo, en los días previos a la competición sus sensaciones de alcanzar el objetivo no fueron las esperadas y su estado de ánimo no era el más óptimo.
El día llegó, en la cámara de salida estaba muy nervioso, se movía de un lado a otro, sin llegar a entender lo que pasaba. El resto, para qué explicarlo, la prueba fue un desastre y sus opciones de ser internacional se desvanecieron por completo. El golpe fue tremendo y lo único que deseaba era desaparecer y no hablar con nadie. Se marchó a su casa, se metió en su habitación y rompió a llorar desconsolado. El resto de la temporada fue un infierno, con la moral por los suelos, los esfuerzos en los entrenamientos se hicieron interminables y baldíos, lo que le llevó a tomar una decisión, que le comunicó a sus padres
Mamá, Papá, voy a dejar la natación, no volveré a pisar una piscina jamás. Iré esta tarde y se lo diré al entrenador. Es lo mejor para todos
De camino a la piscina, visiblemente afectado por la decisión, se cruzó con Matías, que al verle y siendo consciente de los malos momentos que estaba pasando, pensó que lo mejor era saludarle y seguir su camino. Sin embargo en el último instante decidió acercarse a su compañero y dedicarle unas palabras de aliento, para aliviar su tristeza y que sin saberlo serían vitales en el futuro de Carlos.
<< Sabes Carlos, Nunca te lo he dicho, pero te admiro. Solo me gustaría decirte que para mí y muchos otros nadadores eres un crack, un ejemplo se sacrificio y superación y cada vez que te veo entrenar siento envidia sana de tu forma de ser, de tus logros, de compartir equipo y de ser tu amigo. No cambies nunca, tarde o temprano, lograrás lo que te propongas. Te felicito>>
Con sus palabras, Matías provocó en un instante un tsunami de emociones en Carlos, que al escuchar los elogios de su compañero, rompió a llorar, mientras se abrazaban con fuerza, provocando una sensación de bienestar y de alivio, que en unos momentos tan duros, difícilmente podría imaginar. Al final, Carlos no le contó al entrenador sus intenciones, entrenó como hacía tiempo lo hizo y curiosamente el mismo día que su carrera deportiva legaba su fin, se convirtió en el primer día en el futuro deportivo de Carlos.
Si te das cuenta, el papel de protagonista de esta historia no lo tiene tan solo Carlos, que también. La verdadera lección de este relato es la que nos enseña con su gesto, Matías. Hay un arma tan potente y eficaz como la dinamita, la palabra. Capaz de propulsar o derribar como un proyectil nuestras emociones y lo importante es que todos tenemos la voluntad y la oportunidad para elegir cuál de las dos opciones nos interesa más
“Las palabras amables no cuestan mucho. Sin embargo, logran mucho”.
Blaise Pascal.
- Evidentemente, Carlos y Matías son dos nombres ficticios, cómo cualquier otros que pudiera haber elegido
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