Agustín Artiles Grijalba -Champi-
Las siguientes reflexiones son tan solo algunos ejemplos del día a día de la preparación de un deportista. Circunstancias que vivimos en las piscinas, que en muchas ocasiones son básicas y de fácil solución y que nosotros con nuestras acciones las hacemos más complicadas. Situaciones que nos dejan indefensos, sin saber qué hacer y cómo reaccionar, que solo se aprenden con el tiempo y oliendo mucho cloro
1
Hay muchos caminos para llegar al destino
Tres personas tienen que viajar de Madrid a Barcelona. El primero de ellos lo hará por avión, porque es más rápido y si no hay imprevistos, llegará antes al destino. A la segunda de ellas no le gusta volar y prefiere ir en su coche, porque le gusta conducir y no tiene tanta prisa en llegar y el tercero de nuestros protagonistas tiene problemas de sueño cuando conduce y considera que qué el tren es la mejor forma de desplazarse, porque podrá echar una cabezadita durante el viaje y no pillará posibles atascos de tráfico.
Los tres comparten algo en común, llegar a tiempo para asistir a un concierto de música de su grupo favorito. Al final todos ellos consiguen hacer realidad el mismo objetivo, aunque eligieran para ello distintas maneras de llegar al destino.
Algo similar ocurre en el deporte. Diferentes entrenadores, distintos programas de entrenamiento y maneras diferentes de ver y sentir las cosas. En mi opinión eso mola un montón, porque todos ellos pueden llevar la razón
No hay un solo camino para llegar con éxito al destino y lo mejor de todo es que cualquiera de ellos puede ser igual de válidos, con trabajo y mucho tino.
2
Tirar de oficio
Siempre es vital innovar y buscar fórmulas para mejorar el rendimiento del deportista. Hacer siempre lo mismo no es la mejor opción si lo que pretendemos es provocar estímulos diferentes y seguir progresando, pero también me parece fundamental tirar de oficio, ahorrar en complicaciones y hacer lo fácil, sencillo
3
Entrenar la alta intensidad en nadadores muy jóvenes, nunca es la opción
Los deportistas no son adultos en miniatura. Entrenar a alta intensidad en edades tiernas nunca ha de ser una opción, aunque pudiera parecer atractiva. Los “beneficios” que pudieran lograrse son inconsistentes, aventurados y contraindicados. Podrían afectar al rendimiento deportivo y lo más triste, perjudicar la salud del nadador.
Desde el primer instante que un niño acude a su primera clase de natación hasta que finalice su carrera deportiva existen una serie de etapas básicas en su formación. Reconocer y aprovechar estos periodos, controlar la correcta progresión a través de una programación adecuada y eficiente, que cubra sus necesidades elementales y que garanticen el aprendizaje lógico, respetando y aprovechando las fases sensibles para la aplicación conveniente de las cargas de trabajo, será de vital importancia.
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