Agustín Artiles Grijalba -Champi-
Una nueva temporada deportiva y más que nunca la esperanza de que todos nuestros proyectos se hagan realidad. Ilusión y optimismo en tiempos difíciles, en los que el Covid-19 ha castigado sin piedad nuestras vidas y ha llevado a vivir a muchos seres humanos situaciones nuevas e impensables de incertidumbre, pobreza y dolor que jamás imaginaron.
De alguna manera el mundo se está volviendo más intransigente y los ciudadanos de la mayoría de los países más desconfiados, cuando en mi opinión podría ser una buena oportunidad de hacer brillar nuestros corazones.
A menudo no dudamos en mirar con recelo a las personas que llegan de otros lugares en busca de una oportunidad que de sentido a sus vidas, como si nosotros fuésemos distintos, obviando que no lo hacen por placer y que tienen que partir por necesidad hacia lo desconocido, en busca de esa ocasión que por el momento en su lugar de origen y por diferentes circunstancias no encuentran y que a muchos de los nuestros no les quedó más remedio que hacerlo antes también.
Desgraciadamente y en pleno siglo XXI somos a menudo testigos mudos y presenciales de los problemas que acechan al mundo. Lo más triste de todo es que a veces ya ni tan siquiera nos afecta como debiera contemplar imágenes terribles de miseria y horror, asesinatos y episodios de odio por discriminación racial y religiosa, que bombardean nuestros sentidos por televisión y que por habituales ni tan siquiera les prestamos la atención que merecen.
En un panorama tan frustrante el deporte no es ajeno a esta situación y supone una vez más un soplo de aire fresco, e incluso para muchos una válvula de escape en sus vidas. Un alegato al SÍ PUEDO, a la convivencia, el entendimiento y la solidaridad entre los pueblos y sus gentes, en tiempos de Covid-19, que ansían que toda esta pesadilla se apague y todo vuelva a ser lo más parecido a la normalidad anterior. Un gran desafío, el de un mundo más justo y feliz en el escenario más difícil.
Prosperidad y alegría para todos
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