Agustín Artiles Grijalba -Champi-
Durban es una ciudad de Sudáfrica situada a orillas del océano Índico, la tercera más grande del país después de Johannesburgo y Ciudad del Cabo. Allí residen dos de sus más conocidos equipos de rugby, los Natal Sharks, y los Sharks, que comparten el “ABSA Stadium”, conocido anteriormente como Kings Park Stadium, cuya capacidad ronda las 52.000 personas.
En 2010 fue sede del Mundial de futbol y goza del privilegio de contar entre sus deportistas más afamados con Chad le Clos, nadador que tuvo el honor de vencer a Phelps en la final olímpica de 200 mariposa de Londres 2012. Una derrota que motivó el orgullo de Michael Phelps, que utilizó el intenso dolor que le produjo para impulsar su preparación los cuatro años siguientes, en los que cocinó la revancha en Río.
Hay derrotas que duelen, victorias que engrandecen y se gestan al instante de haber palmado
La final masculina de 200 mariposa de Río 2016 tuvo muchos de los ingredientes de las grandes gestas olímpicas. Es cierto que Phelps no consiguió batir el récord del mundo, pero la transcendencia de su victoria en nuestro deporte superó con creces todas las previsiones. Vino también precedida por la manera de concentrarse antes de la carrera de ambos campeones en la cámara de llamada, en la que el sudafricano realizó movimientos propios del boxeo como si de Gary Hall, contra Popov en Sidney 2000 se tratase.
Una escena, que muchos interpretaron como una manera de “provocar” y descentrar al americano, que en todo momento mantuvo su rostro imperturbable, con una concentración y determinación impresionantes.
Al final, la acción del sudafricano tuvo el efecto contrario al deseado. A mi parecer por diferentes motivos:
- El intento de Le Clos de intimidar y desconcentrar a Phelps fue en mi opinión un intento inútil, un fallo de concentración de Le Clos que influyó negativamente en el resultado final de la prueba.
- Personalmente, creo que si quieres derrotar a tu rival lo más beneficioso para tus intereses deportivos es enfocar toda la atención en lo que tú estás haciendo en ese instante y no en cómo lo hace tu adversario.
- La actitud de Chad Le Clos me parece cuanto menos cuestionable, una falta de consideración y de respeto hacia Phelps, que además le llevó a perder. Al menos, así lo pienso.
- Estoy convencido que hacer esto en los instantes previos a la competición hace que te distraigas de tu verdadero objetivo y de alguna manera, es una forma de entorpecer y perjudicar tu propio rendimiento.
- Michael Phelps, tanto en los instantes previos de las semifinales y de la final pasó literalmente de Chad le Clos, puso los cinco sentidos en su concentración y en su propia carrera, mientras que Le Clos seguía pendiente de él.
Creo que el triunfo de Michael Phelps representó mucho más que una simple victoria, la obtención de una medalla de oro y una implacable revancha. Aquel osado jovenzuelo, que un día predijo que cambiaría la natación, cumplió con creces aquella promesa y si Mark Spitz en Múnich 72 nos encandiló a muchos en nuestra infancia, Phelps superó su legado e hizo lo propio 40 años después.
Phelps, demostró que era capaz de ser Campeón Olímpico a los 31 años, cuando casi nadie lo esperaba. De paso, les mostró a sus más fervientes rivales que todavía era el mejor y que si querían derrotarle necesitarían algo más que lanzar puñetazos al aire.
Al Rey no se le provoca. A Phelps no se le vacila
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