Agustín Artiles Grijalba -Champi-
El presente artículo fue uno de las primeras publicaciones del blog. La buena acogida que ha tenido el texto- más de 11.000 visitas en un mes- me ha animado a revisarlo, ampliarlo y reeditarlo de nuevo.
Un joven nadador deambula sin rumbo por la piscina. Está desolado, su rendimiento no ha sido el deseado y con gesto contrariado se aleja de sus compañeros. Nadie puede aplacar su angustia. A escasos metros una nadadora llora con amargura y se abraza desesperadamente a su entrenador. No puede comprender como su padre se ha marchado indignado por la marca obtenida y le abandona cuando más le necesita. Otro, sin embargo se queja de su mala suerte, le han descalificado en su prueba favorita y todo el trabajo de la temporada se ha esfumado y no para de preguntarse una y otra vez si tanto trabajo y esfuerzo mereció la pena.
Es la cara amarga del deporte, la derrota, todos los deportistas lo han padecido en alguna ocasión, actúa como un virus que se apodera de ti y te hace vulnerable. La ira, la desesperación, la apatía son algunos de sus síntomas. Contener y reducir sus efectos debe ser prioritario en nuestra preparación si queremos evitar abandonos prematuros.
Diversas son las causas por las que los niños se apuntan a natación. Aprender a nadar, conocer nuevas amistades, practicar una actividad deportiva saludable, por diversión y aprobación social o simplemente por mejorar la condición física o por recomendación médica, son algunas de ellas. Conocer y comprender los motivos por los que muchos deportistas se alejan prematuramente de las piscinas, descubrir la aparición precoz y prevenir sus consecuencias será prioritario y objeto de este estudio. He aquí algunas de esas razones Sigue leyendo