QUEMAR ETAPAS.

Agustín Artiles Grijalba –Champi-

Tiene 11 años, no levanta un palmo del suelo y ya sabe como se ejercita un adulto. La programación que realiza es muy exigente, acude a la piscina 9-10 veces por semana y su volumen habitual de entrenamiento sobrepasa los 10 kilómetros diarios. Sin embargo, su técnica es deficiente y poco eficaz, los virajes no los domina y por si fuera poco los estudios no marchan como él y sus padres esperaban. Su entorno deportivo le sugiere que no se preocupe, que lleva tan solo un par de años nadando y que los errores irán desapareciendo con el paso del tiempo, que aproveche sus buenas condiciones físicas para triunfar y que ya tendrá la ocasión de recuperar las asignaturas pendientes.

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A menudo los entrenadores no somos realmente conscientes de nuestra responsabilidad con los deportistas jóvenes y buscamos resultados fáciles y prematuros, que cubran nuestras necesidades y satisfagan nuestro ego. Instruimos y pulimos las cualidades y aptitudes de nuestros nadadores, de manera irracional, como si de atletas adultos se tratara. Les inculcamos objetivos elevados e imposibles de superar y les exigimos esfuerzos inadecuados, irresponsables e impropios de su juventud.

Con los nadadores más jóvenes, no es conveniente fijarse a menudo en los que más victorias consiguen, que en la mayoría de los casos suelen ser los más desarrollados físicamente, también hay que hacerlo con los que su grado de maduración biológica es inferior a lo habitual. Nos sorprendería comprobar como algunos de ellos, con marcas excelentes en edades tempranas, se estancan prematuramente y, sin embargo otros por los que no damos un euro, son capaces de lograr rendimientos inesperados y brillantes con el paso del tiempo.

Las edades de osificación de los diferentes huesos del esqueleto, la evolución de los caracteres sexuales primarios y secundarios, son tan solo algunos de los indicadores utilizados para establecer la edad biológica y que nos podrán ayudar en nuestros intereses, pero no los únicos. Comprender y aceptar que estos deportistas no son adultos en miniatura, que precisan una programación adecuada y sensata, acorde a su edad, que cubra sus necesidades básicas y que garantice el aprendizaje lógico, acatando las fases sensibles, para la aplicación adecuada de las cargas de trabajo, será de vital importancia para la correcta evolución física y deportiva.

¿Por qué debemos ser precavidos con la preparación de los chavales?

¿Por qué es necesario entrenar en su justa medida, con los medios apropiados de preparación, sin quemar etapas?

Quizá, las siguientes razones, aporten claridad a semejantes cuestiones:

  • Son nadadores pequeños, en formación y las mejoras en el entrenamiento han de ser naturales y principalmente debidas al crecimiento. La búsqueda prematura de resultados y las prisas por alcanzar el éxito, no son buenas consejeras.
  • En sus objetivos debe primar además del trabajo, el aprendizaje, la diversión, a través de juegos organizados dentro y fuera del agua, como medio de preparación física. Los entrenamientos duros, largos y monótonos, les cansan y aburren, provocando  pérdida de interés, e ilusión por la natación.
  • Por seguridad, ya que las cargas elevadas e indiscriminadas de trabajo, no son convenientes y provocan lesiones más frecuentes en estas edades, que perjudican la salud del deportista y terminan a veces con su  carrera deportiva.
  • Porque la natación es una actividad deportiva muy sacrificada y exigente y debemos hacer todo lo necesario para motivar al nadador, por evitar abandonos indeseados y también, para que no elijan otras actividades, a priori más atractivas.
  • El entrenamiento se ha de cimentar en la creación de una estructura sólida de preparación, asentada en el trabajo aeróbico de base y el aprendizaje de la técnica de los cuatro estilos, salidas, virajes y llegadas, por medio de habilidades y ejercicios de asimilación técnica, corrigiendo e insistiendo constantemente en los patrones correctos de respiración y brazada.
  • Para inculcar al nadador mayor autonomía y responsabilidad y para que su confianza y seguridad se fortalezca.
  • Que la preparación no se limite al trabajo en piscina, que sea más variada, e incluya la práctica de otras actividades, ejercicios de carrera, agilidad, coordinación y flexibilidad, mediante sesiones cortas y amenas, con el propósito de fortalecer, evitar lesiones y formar atletas, más fuertes, resistentes y flexibles.
  • Se trata del momento ideal para fomentar valores, cultura de equipo y respeto hacia compañeros y rivales.
  • Porque es positivo agudizar el ingenio y ser creativo, apostar por los pequeños detalles y asimilar que todos los chic@s no son iguales y que maduran de diferente manera, que las comparaciones son odiosas y lo que es bueno para uno, no tiene porque serlo necesariamente para el otro.

Tal vez, los anteriores argumentos sean lo suficientemente claros y manifiestos para que reflexionemos y nos demos cuenta que por ese camino no vamos a ningún lado, que nuestro esfuerzo será baldío y, en el peor de los casos, perjudicial para el porvenir del deportista.

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