Agustín Artiles Grijalba –Champi-
Con el tiempo recordamos estas anécdotas con cariño, sonreímos e incluso algunas de ellas nos encanta evocarlas de nuevo, como si nos hiciera más importantes y nos concediera un plus de motivación extra, pero en su momento nos resultaron insoportables, nos produjeron un verdadero quebradero de cabeza, un profundo malestar y provocaron toda nuestra ira.
He aquí algunos ejemplos:
- El elevado cloro de la piscina, que no te permite entrenar.
- Las calles abarrotadas de gente y que te impiden nadar en condiciones óptimas.
- Un nadador que te pasa por encima cuando entrenas y por poco te ahoga.
- Tu compañero de equipo, que te toca o coge de la pierna constantemente.
- El deportista que entrena despacio y dificulta tu nado.
- El típico cansino que se agarra a tu estela y no le consigues dejar.
- La bañista que se interpone en tu camino, porque lo ve natural.
- El aficionado que se pica a tu lado y se cree Michael Phelps
- El nadador que habitualmente nada por el centro de la calle.
- La corchera que se rompe y la tienes que arreglar.
- La desidia de tu colega de club, que se para en la pared, te paraliza y te imposibilita machacar como quieres.
- El agua helada, porque se rompió la caldera o quieren ahorrar.
- El socio que no se sale del agua en una competición, a pesar de los ruegos e indicaciones de los organizadores y que retrasa las pruebas.
- Las broncas del entrenador, si te paras.
- Cuando compruebas que la ley de Murphy es real y todo parece en tú contra, nada te sale como esperas y todo es susceptible de empeorar.
- El agua está a más de 30º, la piscina parece una sauna y te mueres de calor.
- Estás hasta las narices de los inconvenientes que os toca sufrir, viene un aficionado y te dice que no nos quejemos, que somos afortunados y gozamos de mejores medios que nuestros antecesores, que él en sus tiempos, entrenaba en peores condiciones.
- Participas en una competición, hay un montón de series de fondo y te toca nadar en último lugar.
- Crees que has finalizado la sesión de trabajo y el míster te dice que no has terminado, que te falta nado continuo.
- Querer entrenar y estar lesionado o enfermo.
- Adelantar en el calentamiento de una competición, que se piquen contigo y terminar hecho polvo al llegar a la pared (cortesía en facebook de Boris Pallarés)
Y tú, ¿Qué es lo que odiabas?
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