Agustín Artiles Grijalba –Champi-
Contemplo con asombro y cierta amargura el escaso interés mediático de la prensa española con los Juegos paralímpicos de Río 2016. Las portadas de los principales periódicos deportivos nacionales abren sus editoriales con otro tipo de noticias, en mi opinión más intrascendentes en estos momentos que unas paralimpiadas, mientras que la información deportiva de los diferentes canales de televisión, no dudan en hacerlo con el perfume de un conocido jugador de futbol.
¿Por qué nos cuesta tanto apreciar como merecen los méritos de nuestros campeones paralímpic@s?
¿Acaso sus éxitos no están avalados por el sacrificio y esfuerzo, como cualquier otro deportista?
¿Por qué entonces esa diferenciación en el trato?
Quizá ese desconocimiento se deba entre otros motivos a razones de educación e igualdad deportiva, porque de lo contrario no se entiende que atletas tremendamente preparados y con un palmarés tan brillante, no sean acreedores del prestigio y consideración que en mi opinión se merecen.
Me cuesta comprender las causas de esta distinción y espero que a medida que transcurran los Juegos se solucione como es debido. Hasta entonces habrá que conformarse con insistir una vez más en algunos de esos argumentos que les brinda el deporte para superar sus barreras, mejorar su autonomía, conseguir que su vida sea más agradable y que sus posibilidades de inserción laboral sean mayores.
- Afán de superación
- Entrega y perseverancia
- Compromiso y esfuerzo
- Constancia
- Poder mental que impulsa sus acciones
- Fuerza de voluntad para superar sus barreras
- Coraje
- Pasión
- Emoción y Júbilo
- Competitividad
- Compañerismo
- Confianza y paciencia
Los atletas paralímpicos en Río 16 y sus compañer@s discapacitados, merecen el mismo respeto y admiración que cualquier otro deportista, que se curte a diario en los entrenamientos. Son referentes y ejemplo a seguir para multitud de compañer@s, con circunstancias personales determinadas y muchas veces, idénticas, que ven en sus logros deportivos un motivo de superación personal.
Huyen del victimismo, no esperan una diferenciación en el trato y menos aún mayores privilegios. Esperan que sus logros en Río, en otros eventos y en sus centros de entrenamiento, vengan acompañados de un reconocimiento social y deportivo, acorde a sus méritos, adquiridos con esfuerzo y sacrificio en largas jornadas de preparación. Demandan igualdad de posibilidades y una equidad en el trato económico cuando obtienen un triunfo destacado y esperan con optimismo que sus éxitos y los valores que transmiten alcancen en la sociedad actual la consideración y repercusión mediática de otros atletas.
Seguramente se trate de una simple cuestión de intereses y prioridades económicas, tal vez nos avergüence celebrar los triunfos de los nuestros como realmente merecen y no queramos compararlos con los de otros atletas. De nuestro carácter, o de a una cuestión genética y lo llevemos implícito en nuestro ADN, o quizá lo que necesite el deporte español sea un mayor número de periodistas especializados, que relaten como merecen las victorias de nuestros atletas y que valoren con rigor y pasión sus gestas, sin desmerecerlas con el olvido
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