Agustín Artiles Grijalba -Champi-
En realidad era incapaz de leer dos párrafos seguidos sin perder la atención y el interés, no podía estar tranquilo y mucho menos guardar silencio durante las clases y lo único que le motivaba era hacer tonterías, simplemente por llamar la atención de sus compañeros de clase
Su hijo nunca llegará a concentrarse en algo, le dijo la profesora
Tal vez se aburre, contestó su madre
Lo que sucede es que él no está capacitado, no tiene talento alguno
Si es así, ¿Qué es lo que van a hacer para ayudarlo?
El nombre de la maestra lo desconozco, la madre se llama Deborah, y el niño Michael Phelps, el resto es historia
Estoy convencido que aquella profesora de Baltimore, desesperada e impotente con el comportamiento del muchacho no tuvo ninguna mala intención de hacer daño al emitir aquel desacertado juicio y no fue consciente en aquel momento de la enorme repercusión de unas palabras que seguramente le perseguirán durante toda su vida, que nos puede pasar a cualquiera y que de paso nos enseña una gran lección aplicada la misma vida y al deporte
Juzgar a sentenciar a primera vista la capacidad de un muchacho o deportista por su comportamiento, forma de ser y actuar nunca es la opción más conveniente y lo que hoy parece de un color mañana puede ser de otro bien diferente. Ojo por tanto con los comentarios despectivos, cuidado con nuestros pronósticos infundados, que pueden dañar la autoestima del nadador, influir negativamente en su futuro deportivo y afectar irremediablemente nuestra imagen.
Al igual que Phelps, todos tenemos un ámbito en el que destacamos por diminuto que sea, un talento escondido que desea impaciente una oportunidad de salir al exterior y ser aprovechado, tan solo debemos descubrir cuál es y disfrutarlo
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