PABLO MORALES, EN BUSCA DEL ORO PERDIDO

Agustín Artiles Grijalba -Champi-

Todos los deportistas han padecido en alguna ocasión la derrota, actúa como un  virus que se apodera de ti y te hace vulnerable. La ira, desesperación, la apatía, son algunos de sus síntomas, contener y reducir sus efectos debe ser prioritario en la preparación.

El protagonista de este relato fue uno de los nadadores más importantes y reconocidos de la historia de nuestro deporte y durante años tuvo como gran objetivo lograr la medalla de oro individual olímpica, reto que por una u otra razón se le resistía.

Pablo Morales nació en Chicago un 5 de  diciembre de 1964 y fue durante años ídolo de la natación norteamericana. Estudioso y solidario como pocos tuvo en Michael Gross a su mayor rival. En los juegos Olímpicos de Los Ángeles 84 no pudo conseguir por tan solo 15 centésimas el ansiado oro, sin duda su asignatura pendiente. El Albatros en 100 mariposa y Alex Bauman en 200 estilos le privaron del tal privilegio. Aun así logró subir a lo más alto del pódium y se alzó con el título olímpico del relevo 4×100 estilos, junto a sus compatriotas Rick Carey, Steve Lundquist y Rowdy Gaines.

Después de unos años dedicados al estudio, el plusmarquista Mundial y Campeón del Mundo en Madrid 86 se graduó al año siguiente en Filología Inglesa y recibió el premio de Stanford que distingue a sus mejores estudiantes. En 1988 sufrió un nuevo revés y no logró la clasificación para los Juegos de Seúl, sin duda una nueva decepción en su palmarés, cediéndole el gran protagonismo de los Juegos a su compatriota Matt Biondi, que en la ciudad coreana pasó a convertirse en el gran favorito para el triunfo final

Lo que nadie pudo imaginar en la gran final de 100 mariposa de Seúl 88 es que un nadador nacido en Trinidad Tobago, Anthony Nesty (Surinam) se citaría con la gloria y daría una de las grandes sorpresas de los Juegos, erigiéndose de paso en el primer nadador de raza negra en quedar campeón olímpico, derrotando en una inolvidable carrera al Torpedo de Moraga, que comprobó en sus carnes como por tan solo 1 centésima y una horrible llegada, sus opciones de igualar la hazaña de Spitz en  Múnich 72 se esfumaban por completo. Biondi subió el mismo número de veces al podio y la misma cantidad de metales, aunque no todos del mismo color (5 de oro, 1 de plata y 1 de bronce)

Lejos de rendirse, Pablo Morales regresó de nuevo a los entrenamientos y el destino le concedió una nueva oportunidad en las pruebas de selección estadounidenses de 1991. En Indianápolis logró la 8ª mejor marca mundial y obtuvo el codiciado billete para Barcelona. En el verano del 92 la piscina Picornell se convirtió en el escenario perfecto para un nuevo intento.

Morales regresó para hacer realidad su sueño, conseguir el máximo galardón. La medalla de oro que un día le arrebató Michael Gross.

Estoy convencido que la derrota esconde otra cara, la del éxito. Solo ganaremos si somos capaces de asimilar que hemos sido vencidos. Pablo Morales, es un ejemplo más de superación. Como otros muchos campeones, lo tuvo muy claro, cejó en su empeño y luchó hasta conseguirlo.

 

Imágen

https://gostanford.com/news/2017/1/1/mens-swimming-diving-olympians.aspx

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