Agustín Artiles Grijalba –Champi-
No lo puedes evitar, lo llevas en tu ADN y te encanta sacarlo a pasear a la menor ocasión posible El éxito te persigue y te encanta promulgarlo a los cuatro vientos. El respeto y la humildad no casan contigo, despliegas tu arrogancia y le cuentas al mundo tus intenciones.
Seré el próximo campeón nacional de la distancia, lograré más medallas que nadie y destrozaré todos los records posibles.
Qué me importan los rivales, si soy el mejor
Quizá esa prepotencia se trate de orgullo mal entendido, una necesidad de mayor autocrítica, o incluso debilidad encubierta, el caso es que no importan los motivos y si hubiere alguna duda acerca de tu superioridad infinita, ahí estás tú para demostrar que se equivocan.
Lo malo es que a veces la realidad es distinta, tus predicciones se convierten en tu peor pesadilla y eres presa de tu insolencia. Discriminas con tus palabras el valor y las aptitudes de tus adversarios y sin quererlo les haces más fuertes y les conviertes de paso en el rival más duro e implacable.
¿Qué necesidad tienes de dar alas a tus contrincantes?
Nunca alientes con declaraciones altivas y fuera de lugar a tus adversarios. Evita jactarte de tu superioridad, no eres consciente ni te imaginas de lo que es capaz un corazón herido y por si no fuera suficiente motivo, recuerda que en un instante todo puede cambiar a tu alrededor, tú estrella de campeón desaparece y te conviertes en tu rival más poderoso. Lo que parecía fácil hace tan solo unos minutos, de repente y sin previo aviso se convierte en el más duro de tus objetivos. Has provocado tu peor pesadilla.
Nadie te va a cambiar, no vas a dejar de ser como eres, pero sí sería bastante recomendable que estudiaras tu actitud, que recapacitaras y le dieses una oportunidad a tu ego para que de alguna manera pareciera más humilde. Seguramente tu forma de ser y las enormes actitudes competitivas que te caracterizan te inciten a ello.
No confundas autoestima con impertinencia, ambición con soberbia, superioridad con desprecio.
Tal vez de esa manera ganarás en credibilidad, no presionarás tu rendimiento con cargas innecesarias y obtendrás al menos el respeto y consideración de tus adversarios, que admiran tus cualidades de nadador, pero odian tu actitud y egocentrismo.
«Si una victoria te hace ignorar la modestia, ya se ocupará la derrota de recordártela»
Imagen:
http://barbechando.blogspot.com.es/2012/03/el-pez-por-la-boca-muere.html