Agustín Artiles Grijalba -Champi-
Los 8.90 de Bob Beamon en México 68, las 7 medallas se Mark Spitz en Múnich 72, tan solo superadas por Michael Phelps, 36 años después en Pekín 2008. El primer 10 de Nadia Comaneci en Montreal 76 que asombró al mundo y con el que todos los informativos abrían sus noticias. Momentos inolvidables de los Juegos olímpicos que encumbraron de por vida a esos deportistas y nos dejaron con la boca abierta de asombro.
44 años atrás en el túnel del tiempo, Montreal 76. Nadia Comaneci abre todos los informativos con sus ejercicios perfectos en gimnasia, en los que logra por primera vez un 10, la puntuación máxima. En la piscina, el combinado nacional de la extinta DDR (República democrática alemana) domina con absoluta superioridad las pruebas femeninas del calendario olímpico.
Era tal su hegemonía que habían vencido en todas las pruebas del programa excepto en los 200 braza, donde tres nadadoras rusas encabezadas por la soviética Marina Koscheveya terminaron por delante de ellas logrando un fantástico triplete. La hazaña de las ondinas alemanas fue similar a la del equipo masculino americano, que consiguieron llevarse para sus país todas las medallas de oro en disputa, excepto la de 200 braza, que curiosamente también la perdieron en favor del británico David Wilkie.
Lo que nunca pudo imaginar el cuarteto alemán encabezado por Kornelia Ender, 4 veces campeona olímpica y poseedora de 27 récords mundiales Ulrike Ritcher, Hannelore Anke y Andrea Pollack, todas ellas oro en sus pruebas individuales, era lo que iba a suceder en el 4×100 libre, en donde el conjunto de las barras y estrellas formado por Shirley Babashoff, Jill Sterkel, Wendy Boglioli y Kim Peyton no solo se llevó el triunfo final, sino que además batió el récord mundial e hizo de su victoria una de las gestas más apreciadas de la historia del deporte mundial.
De repente, la brutal supremacía de las nadadoras de Alemania del este era contrarrestada. No eran invencibles, se les podía ganar.
Shirley Babashoff, la estrella del equipo, además del prestigioso club de MIsssion Viejo y su entrenador Mark Schubert cuestionaron la imagen de masculinidad de las nadadoras del equipo femenino de Alemania, lo que para ella era una supuesta impunidad con la que alcanzaban sus éxitos y pidieron por escrito en una carta abierta al presidente del COI, Thomas Bach, que las alemanas orientales fuesen despojadas de las medallas.
La prensa, muy crítica por las declaraciones de la nadadora fue acusada de falta de deportividad y le pusieron el apodo de «Surly Shirley», por unas sospechas y acusaciones por presunto uso de esteroides anabolizantes que estaba convencida que formaban parte de un escándalo de dopaje sistemático del país durante años
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Fuentes
https://www.dailynews.com/2016/06/04/40-years-later-story-of-us-east-german-olympic-swimmers.