Agustín Artiles Grijalba -Champi-
Queridos Reyes Magos soy Agustín Artiles Grijalba y un año más os escribo mi carta. Hay tantas cosas que me gustaría pediros, que no voy a pediros nada para mi. Sin embargo, sí quisiera contar con vuestra complicidad en momentos tan delicados en donde la situación actual que vivimos resulta tan compleja, que a menudo nos supera. Me encantaría que todo fuese como antes y la normalidad volviera a nuestras vidas.
Ya sabéis por mis cartas anteriores que soy entrenador de natación, un deporte donde necesitamos palpar sensaciones y practicar a diario en la piscina. Entrenar y mantener la forma óptima nunca resultó tan difícil y probablemente eso nos frustre y desilusione.
Me imagino que estáis al tanto de que en nuestro país hay clubes y deportistas que aún ni tan siquiera han podido empezar a entrenar y mucho menos competir, nadadores que observan impacientes y desilusionados como se suceden los acontecimientos y mientras ese consentimiento se hace esperar sienten que sus opciones poco a poco se debilitan.
Al fin y al cabo, entienden que el deporte es salud y la natación una actividad segura que se desarrolla en un medio poderoso ante el coronavirus.
Una realidad que nos afecta como a todos, desprotege a unos clubes de por sí castigados que se las ven y desean para sacar adelante la actividad y que en tales circunstancias tienen que hacer malabares para poder subsistir y no perder a sus miembros.
Otros deportistas han tenido más suerte y ya entrenan y compiten, pero un buen número de clubes, nadadores y técnicos de nuestro país carecen de medios e infraestructuras óptimas para trabajar, como sus ilusiones y entrega merecen. A pesar de ello, son unos fenómenos que no se rinden y se las ingenian para crear de la nada una atmósfera de trabajo idónea para la práctica de la natación, donde se respire cohesión, entusiasmo y camaradería.
Qué decir de aquellos nadadores que entrenan duro, hacen las mínimas nacionales y sin embargo no pueden ir al campeonato nacional por no poder costearse el viaje y pasan desapercibidos. Lo más admirable es que una gran parte de esos atletas desconocen el significado de las palabras, lamento y rendirse. Deportistas que a pesar de tener todo en contra no renuncian a sus sueños, siguen entrenando con ahínco y mantienen viva la llama de ver un día cumplidas sus esperanzas deportivas, a la espera de que la situación mejore y la oportunidad llame por fin a su puerta.
Sería estupendo que vuestra magia volara tan alto y que este año fuese para todos ellos un poco más fácil, especialmente para todas las familias que perdieron un ser querido, que encuentren la fuerza y entereza para sobrellevar una pérdida tan importante
En el plano deportivo, que todos puedan regresar a esa “normalidad” que tanto ansían y así realizar esa actividad favorita que da sentido a sus vidas y que realmente merece su entrega.
He de reconocer que no he sido del todo honesto. Al principio de mi carta os dije que no iba a pediros nada, pero si me lo permiten sus majestades, tan solo una petición, volver a juntar pronto a toda mi familia. Al fin y al cabo, creo que este año he sido bueno.
La Felicidad y el bienestar de los vuestros son bienes preciados que pido para vosotros. Alegría y optimismo en tiempos difíciles, el mejor de los regalos
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