Agustín Artiles Grijalba -Champi-
Un joven nadador está exultante de alegría, ha logrado sus primeras tres mínimas en tan solo un fin de semana, competirá en los próximos nacionales de su categoría y lo hará a lo grande. Su entrenador le dedica todo tipo de elogios, se marcha encantado y se aproxima a las gradas. Allí recibe la felicitación efusiva de compañeros y seguidores del club, que le agasajan y le obsequian con toda clase de piropos y alabanzas.
¡Eres un crack, te los has comido a todos, se van a enterar tus rivales en los de España!
Se abraza a sus padres y les comenta, Papá, mamá, mi entrenador me ha dicho que si sigo así dentro de un mes ganaré los campeonatos de España y me llevarán a la selección. El padre, visiblemente emocionado se acerca al preparador y le pregunta cómo ha visto a su hijo. El técnico, joven e inexperto saca pecho y confirma las palabras del muchacho. Es más, le asegura que de seguir así en la próxima temporada hará también la marca mínima para el Europeo Júnior
El día del evento ha llegado. El chico espera impaciente la señal de salida, los nervios le juegan una mala pasada, se cae precipitadamente al agua y es descalificado. Desolado, escucha los consejos de su entrenador, que visiblemente preocupado y sin mucha convicción intenta como puede salir del paso.
Venga, tranquilo, no pasa nada, la próxima carrera saldrá mejor.
La segunda prueba ha finalizado y su registro está alejado de sus expectativas. La cara del nadador es un poema. El técnico no sabe donde meterse y sus explicaciones suenan a disculpas, vacías y absurdas. El deportista, desanimado y hundido decide que no hará más el ridículo y finge una lesión para no nadar el último día.
El sueño ha volado.
Quizá el relato pueda parecer exagerado, pero puedo asegurar que todo lo descrito responde a la realidad actual de nuestro deporte. Vender humo, crear expectativas irreales, generar falsas esperanzas, vender la moto, bla bla bla, da igual como le queramos llamar, no cuesta dinero. Es fácil y en principio nadie nos va a exigir responsabilidades.
Puedo estar equivocado, pero creo sinceramente que ante todo somos educadores y el bienestar del nadador debería de tener prioridad sobre cualquier triunfo. Al menos así lo siento. Lo principal es tener claro cuáles son las metas a seguir y elegir correctamente el camino para alcanzarlas, sin prisas, ni atajos. Siempre en línea recta.
No pretendo que nadie se sienta culpable ni aludido, esa no es mi intención. Sí, es una crítica a nuestra forma de actuar en determinados momentos de nuestra trayectoria deportiva. TODOS, en alguna ocasión, hemos vivido situaciones parecidas, en lo que todo parece posible y nada nos pueda apartar de nuestros objetivos. Nos puede ocurrir a cualquiera, pero generalmente les pasa con mayor asiduidad a los entrenadores novatos e inexpertos, nadadores del equipo y padres principiantes, con poca o nula experiencia, e impacientes por alcanzar rápidamente el éxito, incapaces de darse cuenta del perjuicio tan grande que le estamos ocasionando al deportista.
¿Por qué cometemos esos errores?
¿Qué nos impulsa a tomar decisiones tan negativas?
- La impaciencia y la falta de experiencia
Son malos consejeros. Los éxitos no surgen de repente. Se necesita tiempo, conocimientos, empatía y una adecuada preparación para alcanzarlos. Con el tiempo y el trabajo diario irás aprendiendo y corrigiendo esos detalles que te enseñarán a controlar esas situaciones. No tengas prisa, no hay atajos y todo llegará, con entrega y paciencia.
- Necesidad de reconocimiento
En ocasiones, buscamos el elogio fácil, agradar a un padre, lavarle el oído, decirle lo que quiere oír, alabar las cualidades de su hijo, simplemente por peloteo o para conseguir su afecto, sin tener realmente en cuenta si en el momento indicado podrán conseguirlas.
- Por presumir, o ir de sobrado
Tan solo hemos obtenido unos resultados positivos y ya nos creemos los reyes del mambo. Presumimos de las marcas de los nadadores a nuestro cargo, criticamos la labor de los compañeros públicamente y de paso hacemos promesas imposibles de cumplir. Al principio nos creen, por que no nos conocen de verdad, pero con el tiempo no cuela y se dan cuenta de cómo somos. Lo malo, es que cuando lo hacen, casi siempre es demasiado tarde.
Cuando uno se piensa que lo sabe todo y que está en posesión de la verdad, al final fracasará. Sólo teniendo presentes nuestras carencias y poniendo todos los medios a nuestro alcance para reciclarnos y estar al día de los nuevos cambios en el entrenamiento, seremos capaces de obtener el rendimiento óptimo de los nadadores.
¿Qué consecuencias provocan las expectativas irreales?
- Falta de confianza en la preparación
El entrenador deja de ser su héroe. La confianza en él disminuye y las charlas no surten efecto. Ahora se fía incluso más de los consejos paternos.
- Ansiedad y presión antes del evento
Al nadador se le han generado unas esperanzas muy elevadas y se siente presionado, nervioso, e impaciente por volver a competir. Tal estado le puede provocar todo tipo de alteraciones adversas en su organismo, que le debilitan y le impiden rendir al nivel deseado.
- Decepción, desolación y angustia ante la competición.
El resultado no ha sido el esperado y el mundo se le viene encima. Los pensamientos negativos acuden a su mente y ya le puedes decir lo que quieras que no se ve capaz de lograr sus metas. La tristeza se apodera de él y es más vulnerable. No se atreve a competir por miedo a fallar de nuevo.
- Presión familiar
Las esperanzas de algunos familiares se han hecho añicos y de repente la natación pasa a un segundo plano. No ven claro el futuro, ni tienen la tranquilidad necesaria para esperar. Consideran que su hijo está perdiendo el tiempo y la mejor decisión que pueden tomar para todos es que abandone y se dedique a sus estudios, que la natación no le dará de comer.
- Debilidad, inseguridad y perdida de autoestima
El nadador se encuentra flojo, se ve sin energía y su seguridad ya no es la misma. El palo ha sido muy fuerte y ya no se ve con fuerzas para mejorar. Lo único que hace es sobrevivir al desánimo.
- Falta de interés, apatía y abandono prematuro
Ya no le apetece ni siquiera ir a la piscina, las marcas ya no son las de antes y para no hacer nada lo mejor es retirarse y dedicarse a otra actividad. Hemos perdido un nadador.
Es evidente que no todos los nadadores responden de igual manera y que a todos no les afecta por igual. Muchos de ellos, reaccionan positivamente, incluso con naturalidad y siguen esforzándose al máximo para hacer realidad sus retos. La labor de recuperación en estos casos del entrenador, los padres y los compañeros de entrenamiento es clave para que las aguas vuelvan a su cauce. Hablamos de casos puntuales, que se hacen más evidentes en la época actual, donde hay otras alternativas más asequibles y divertidas. Es nuestra obligación como máximos responsables directos de los deportistas tomar las riendas del problema y buscar soluciones. He aquí algunas sugerencias.
¿Cómo podemos evitar que nos vuelva a ocurrir?
- Establecer metas ambiciosas pero que se puedan realizar
La dificultad del objetivo no debe nunca exceder de la capacidad del nadador, de lo contrario solo nos llevará al error y a la desesperación del deportista. Deben ser lógicas, difíciles de lograr, pero lo suficientemente razonables para poder alcanzarlas.
- Han de ser específicas
Claras, precisas y palpables. Dependerán del grado de maduración de cada uno, el nivel deportivo, el sexo y las características del nadador@, pero siempre adecuadas a sus características personales.
- A corto y largo plazo
Es importante que tengan objetivos cercanos, que motiven su trabajo diario y de paso les permitan obtener mejoras rápidas en la ejecución, para que la actividad sea ilusionante. Disfrutar de los pequeños logros nos permite seguir avanzando hasta otras metas más ambiciosas.
- Metas en entrenamiento
Comenzar la sesión práctica a una hora determinada, realizar 10 flexiones de brazos más que la semana anterior, llevar u ritmo más cómodo en las repeticiones, son tan solo algunos ejemplos prácticos que nos pueden ayudar en nuestras intenciones.
- Siempre positivo, nunca negativo
Aunque a veces los retos se pueden plantear en términos negativos lo ideal es que en el mayor número de ocasiones se hagan en positivo. Una posibilidad, aumentar el número de repeticiones que somos capaces de mover con una barra de pesas en nuestra preparación en el gimnasio.
- Fechas de ejecución
La motivación es mayor si el nadador tiene claro cuando necesita comenzar y ejecutar su prestación. De esta forma le ayudará a esforzarse y a cumplir sus objetivos en unos periodos de tiempo lógicos y realistas.
Reconocer las estrategias a seguir desde el comienzo y como las vamos a llevar a cabo. Tener un registro de ellas para que no se nos olviden y las podamos incluso modificar en un momento determinado, por circunstancias inesperadas. Evaluarlas y contar con el apoyo incondicional de todas aquellas personas que de alguna manera intervienen en la vida del nadador, será fundamental para evitar que vuelvan a suceder.
Ojalá este texto sirva para concienciarnos a todos de la necesidad de ser mas cautos en nuestras previsiones y de esta manera evitar inculcar falsas esperanzas, que lo único que consiguen es hacernos perder credibilidad y en el peor de los casos, acabar con la carrera de un deportista.
Muy buena enseñanza Champi, qué razón tienes
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Me alegro le guste. Gracias
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Es una gran verdad lo que cuentas,y cuantos jóvenes se verán reflejados en esta historia.Pero que puede hacer el chaval si por un lado su entrenador es joven e inexperto y por otro lado teme defraudar a su familia, que tanto esfuerzo a puesto en el,¿cambiar de club?
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Que el entrenador tenga una charla a principio de temporada abordando los puntos descritos en esta publicación conllevaría a evitar más de una decepción y malos entendidos al final de la temporada.
Creemos que la planificación deportiva debe de ser cosa del entrenador y del deportista pero claro está que los padres juegan una pieza fundamental, para bien o para mal
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