Agustín Artiles Grijalba -Champi-

No lo puedo ni quiero evitar. Me encantan los nadadores anónimos y combativos, aquellos en los que pocos confían o que por alguna razón de peso tuvieron que dejar de entrenar, son conscientes de sus escasas virtudes y de su problemática y a pesar de ello luchan por regresar a la senda del triunfo y jamás se dan por vencidos

No me canso de hablar de ellos, de elogiar sus aptitudes y de reconocer los méritos que atesoran. Probablemente nunca llegarán a lograr un triunfo importante, ni falta que les hace, pero saben en todo momento aprovechar sus recursos, tienen claras sus intenciones y saben interpretar al máximo su rol en el grupo.

Su éxito y fortaleza residen en el carácter. Son admirables e incombustibles, auténticos gladiadores entrenando y siempre dispuestos a darlo todo por el bien del equipo. No gozan ni de lejos de la popularidad que merecen pero sí del respeto del entrenador y de sus compañeros, que les aprecian y admiran.

No les preocupa ser los protagonistas en la sombra, pero también los más necesarios, nadadores jabatos que pasan desapercibidos a los ojos de los aficionados y que contribuyen con su generosidad, aportación y entusiasmo a la más valiosa de las victorias

Insisto, me gusta entrenarles, apostar por su recuperación deportiva, transmitirles mi energía  y ofrecerles mi apoyo y confianza, para que puedan alcanzar sus metas. Me niego a darles de lado, abandonarles en el olvido como si no me importaran. Son demasiado valiosos para desaprovechar tanto orgullo, fidelidad, e infinita constancia, ansío animarles a superar sus límites, a vaciarse en el intento, enseñándoles el poder del buen esfuerzo y empujarles a encontrar el camino.

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