Agustín Artiles Grijalba -Champi-
El error nace también del pánico. De la mirada desafiante de uno de tus rivales en la cámara de salida. De tus gafas favoritas, que se te rompen justo antes de subir al poyete. De la mirada de complicidad del chico que te gusta con una de tus compañeras de equipo, en los instantes previos a la competición, de la regañina de tu entrenador por haber llegado tarde al calentamiento, o tal vez de una inoportuna bronca con tus padres en el hotel, simplemente por no haber querido desayunar.
Son imprevistos que suceden, más habituales de lo que imaginamos, que no se pueden anticipar en la mayoría de las ocasiones, que tienen el poder de perturbar tu actuación, dejar tus opciones al descubierto, desequilibrarte y tirar por la borda la preparación de toda una temporada, sin importar lo bueno que seas, ni lo bien que te encuentres y hayas entrenado, tan solo si cuando llega el momento preciso, no eres capaz de centrarte en el objetivo y tomar el control de tus pensamientos.
Situaciones inesperadas que se producen también por la responsabilidad de agradar, demostrar a los demás nuestra valía. De la necesidad de gozar del cariño y la admiración de nuestros compañeros y rivales, buscar la aprobación de los nuestros y de exigirnos constantemente estar cualificados y preparados para alcanzar nuestros proyectos.
Hay que ser conscientes de que no podemos siempre contentar a todos por mucho tesón que pongamos en ello, ya que ese exceso de responsabilidad provoca desasosiego e intranquilidad, reduce nuestra energía y nos separa de nuestra concentración ideal.
Disfruta el momento. Vive el instante, toma el mando de tus pensamientos y evita en tu interior los pensamientos negativos que con toda seguridad perjudicarán tu rendimiento.
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